¿Dónde está el límite entre la información periodística que rememora un hecho y el derecho que tienen las familias de cerrar ciclos de duelo por tragedias?
Al margen del reciente suceso que ha conmocionado al país, mi reflexión parte de un artículo publicado por un reconocido medio escrito, en ocasión del 29 aniversario -este pasado 3 de mayo- del horrendo asesinato del niño José Rafael Llenas Aybar. Un caso que estremeció a la República Dominicana por su crueldad y sus implicaciones jurídicas y sociales.
Cada año, titulares que hacen alusión al caso reaparecen como una herida que no termina de cerrar. Esta tragedia que marcó a la sociedad es recordada en forma de conmemoración mediática. Pero más allá de esas notas, están las familias involucradas: seres humanos que intentan aprender a convivir con la ausencia y, en otros casos, con la vergüenza.
Aunque la intención pudiera ser la de mantener viva la conciencia social para que hechos de esa naturaleza no vuelvan a repetirse, cabe preguntarnos: ¿está el ejercicio periodístico -y el discurso mediático- respetando a los sujetos morales que han vivido y viven el dolor?
La cobertura de hechos trágicos -y ahí sí incluyo la tragedia reciente de Jet Set- plantea un dilema ético cada vez más urgente de analizar: el derecho de la sociedad a informarse o recordar, frente al derecho de las víctimas a cerrar sus ciclos de duelo. No se trata de negar la historia o invisibilizar la memoria, sino de repensar el propósito genuino, la forma y el impacto de repetir estos relatos.
En tiempos en que tanto se habla de la salud mental, el periodismo tiene un doble compromiso: informar con veracidad y hacerlo con humanidad.
Desde la teoría de la ética del discurso, el filósofo alemán Jürgen Habermas sostiene que la comunicación debe orientarse a la comprensión mutua y que el diálogo ético solo es posible si se respeta la dignidad de todos los involucrados. El lenguaje, dice, no debe ser solo un instrumento para informar, sino una herramienta para la convivencia justa.
“El lenguaje es el medio a través del cual los seres humanos se entienden mutuamente y se reconocen como sujetos morales”, afirma Habermas. En el ejercicio periodístico, esa ética del lenguaje no debe olvidarse. Si el lenguaje revictimiza o explota el sufrimiento, no cumple su función ética de generar comprensión ni justicia, sino que reabre heridas y vulnera la dignidad.
Tal vez el verdadero homenaje a las víctimas sea impulsar campañas que sirvan como medio para la prevención.
Recordar un hecho doloroso sin empatía no es justicia, es deshumanización. Informar también debe ser un acto de respeto. Referencia bibliográfica:
On the Pragmatics of Communication. (s. f.). Recuperado 5 de mayo de 2025, dehttps://books.google.com/books/about/On_the_Pragmatics_of_Communication.html?hl=es&id=q3PnYcbQp_kC